(curare) El objeto como testigo. Origen, materialidad y energía. Exposición Grupo <11>

Para la exposición Grupo < 11 > en el Instituto Cervantes de Nueva York, Grupo < > me invitó a colaborar en este proyecto y como curadora buscar un posible relato o insospechadas relaciones que pudieran surgir al juntar la obra, seleccionada de antemano, de este diverso grupo de once artistas. Una a una, las artistas fueron exponiéndome sus ideas. Algunas me introdujeron a una obra en específico, otras a inquietudes que tomarían forma en el paso de los meses hasta la inauguración. El acto casi ceremonial de ser presentada frente a cada obra, mediada por la urgencia de reunirlas en una misma sala de exposiciones, originó en mi mirada una especie de desdoblamiento que despertó el deseo de extraer de cada una de ellas algún relato vinculado a su origen, en muchos casos biográfico, a su materialidad y energía.

Orientándonos hacia un escenario global en el cual el capitalismo está encarnado principalmente en los objetos, la Tierra, como ente vivo, y la Naturaleza, en su estado más puro, cobran especial importancia. La necesidad de advertir cómo la naturaleza se ha transformado en el elemento más codiciado de un capitalismo avanzado, y de cómo esta y otras situaciones están reforzando la fuerte pertenencia a nuestros orígenes, no solo los ancestrales, sino también a los episodios políticos, sociales, naturales y espirituales que informan las diferentes culturas de las que provenimos, es central en las preocupaciones de este grupo de once artistas. Esta exposición reúne a artistas de diferentes disciplinas para establecer un diálogo sobre la complejidad de su proceso creativo al cuestionar los discursos normativos dominantes en el arte contemporáneo, y manifestarse en contra de un mundo insular y colonial. Su preocupación por la historia, la objetualidad y la agencia emergen como conceptos conectores de los catorce trabajos en la sala. Su amplitud en perspectivas, apariencia y proceso es visible.

El objeto como testigo tiene la posibilidad de dar testimonio de lo que ha presenciado, haciéndolo de forma narrativa, a través de documentos o archivos, mediante contenidos biográficos, relacionados con el territorio, o de manera simbólica o abstracta, creando episodios fantásticos o prediciendo escenarios futuros. Las obras en exposición nos introducen a diferentes historias, algunas en directa relación a la tierra, otros sobre los diversos patrones de creación o de las relaciones que se pueden establecer en el límite entre lo humano y lo objetual.

Comenzando por un grupo de artistas, en el que la tierra juega un papel vital, nos encontramos con la instalación de Alva Mooses titulada Moving Earth mediante la cual la artista explora el largo proceso de ingresar legalmente a Estados Unidos un ladrillo de adobe de la casa de sus abuelos en México. Si bien la obra responde a un tema recurrente en el trabajo de Mooses, donde constantemente está reconfigurando el paisaje y los espacios arquitectónicos, aquí en la sala de exposiciones adopta una significación de sitio específico, conectando el espacio interior y exterior de la sala a través de una acumulación de tierra puesta en el borde de la ventana. Ésta se va secando a lo largo de los días y mimetizándose con la materialidad del ladrillo, recordando, como dice la artista, las viejas casas de adobe del seco desierto mexicano que se disuelven con el paso del tiempo en la misma tierra de la que están hechas. La pertenencia a la tierra, encarnada en un ladrillo que cruza una frontera nacional, recuerda a la artista lo que significa venir de un espacio subalterno.

El trabajo Geological Civilian Resistance, de Constanza Alarcón Tennen, proviene del interés de la artista por los terremotos, tema que viene investigando desde Chile y que actualmente encuentra un nuevo terreno de exploración en las teorías de conspiración, las máquinas de terremotos o armas tectónicas supuestamente desarrolladas durante la Guerra Fría. El trabajo está compuesto por tres partes: un video, cuya narrativa se desarrolla a través de la correspondencia entre miembros de una familia, un documento que reúne una serie de archivos desclasificados de la CIA que se remontan a la Guerra Fría, insinuando un posible vínculo entre el desarrollo de armamentos y los terremotos, y un manifiesto ficticio del movimiento de resistencia geológica. Desde un punto de vista simbólico, el trabajo responde a dos problemas, la relación entre la verdad o lo que hoy llamamos pos-verdad, así como la nostalgia y simultánea desilusión de los ideales del pasado que hemos heredado las nuevas generaciones. Un fenómeno natural vinculado a una acontecimiento de ficción, nos lleva a imaginar los límites de dominio del hombre sobre la naturaleza. La posibilidad de crear terremotos nos sugiere un terreno de absoluta inestabilidad para quienes somos habitantes comunes y corrientes del planeta.

En un espacio político similar Margarita Sánchez presenta Volcanic Pyre, donde explora la idea de un control de desapariciones, la relación entre el paisaje natural y arquitecturas superpuestas, en este caso una pira de madera fotografiada en una serie de tres imágenes. Los incendios controlados y los incendios espontáneos que ocurren en los bosques de pinos son en ambos casos procedimientos utilizados para la deforestación o limpieza de terrenos. Pero, ¿quién produce los incendios? ¿Quién incentiva la desaparición? En este caso la ausencia de un follaje que definía un paisaje particular. Para la artista, la práctica de controlar la deforestación funciona bajo parámetros similares que la desaparición de grandes poblaciones humanas, tanto en el pasado como en el presente, llevándonos a cuestionar el modo en que se narran ciertos eventos. En el video que acompaña las fotos una pequeña luz aparece y desaparece en un escenario completamente oscuro, dejando abierta la interpretación de aquello que queda oculto en la negritud de la imagen, o la esperanza de esa pequeña luz que no sabemos si nace o se extingue.

Las obras presentadas por Aurora De Armendi, Libro de colores II: El monte y el mar y Untitled (Hojas de barro) apuntan hacia los orígenes de esta artista en Cuba. ¿Qué significa entrar o dejar un país visto desde la perspectiva de la costa? Para la artista, Cuba es un lugar donde se cruzan múltiples culturas y de donde provienen diversas tradiciones orales y religiosas, con sus específicos rituales y creencias. Libro de colores II es el reflejo de todo esto, pero principalmente de la experiencia que muchos cubanos han vivido al atravesar, por esos distintos azules, el mar caribe para comenzar una nueva vida. El segundo refleja la relación cotidiana de la artista con el papel, así como la simbología de la arcilla como un material que fue esencial para el comienzo de la circulación del conocimiento como precursor del libro. Pero más allá de eso, y en relación al primero, Untitled (Hojas de barro) nos habla de la relación con la tierra, con la experiencia fragmentada que vive un inmigrante con su lugar de origen.

Trayendo diferentes nociones de geografía, memoria y presencia, Marcela Florido nos ofrece una mirada abstracta del paisaje en su pintura Landscape orientada hacia las diferentes interpretaciones que ha tenido el género del paisaje en el arte brasileño. La artista crea una atmósfera de colores y formas que en la gran escala de esta pintura envuelven al espectador en una combinación de temperaturas y recuerdos que ligan las nociones de objeto y sujeto en una sola unidad. Uno se podría preguntar: ¿cuáles son las posibilidades de la pintura hoy, en un escenario dominado por los objetos?, pues su mayor potencial reside en la infinitud de las relaciones que la pintura es capaz de hacer. Y de ello nos hablan las capas superpuestas de información y materia que la artista ha utilizado en esta pieza en particular. No sólo hay en ella un fondo difuso y abstracto, sino que superpone a él una figura nítida y firme, que nos sugiere la presencia del ser humano, o de algún elemento ajeno al paisaje, extraño e intruso.

En otro grupo, desde una perspectiva más material, están las obras que nacen de un patrón, que son posibles de repetir una y otra vez, sabiendo que nunca será posible reproducir una forma idéntica. Untitled, de María Edwardsrefleja el intento reiterado de la artista por crear una representación de la Luna en una mínima escala, como una forma de matar el tiempo. Ninguna de las bolas de ping-pong que utiliza es igual a la otra, ni es su intención que así lo sean, por el contrario y al igual que la luna que observamos cada noche, le interesa destacar que ésta nunca es igual. La única constante de la Luna es su brillo; en el caso de las pelotas de ping-pong la constante es su movimiento, ya que penden de un hilo, una cerca de la otra, como si ilustraran las distintas fases de este satélite. La idea de un punto de luz que flota en el espacio a nuestro alrededor desde hace miles de años, que junto a otros puntos forma parte de una galaxia, nos ubica en una percepción muy diferente del espacio-tiempo en el cual vivimos, ampliando los horizontes de nuestra experiencia cotidiana no solo en el plano de lo tangible y lo empírico, sino de la conciencia. La pregnante imagen de la luna nos hace olvidar que estamos frente a unas pelotas de ping-pong, depositando sobre este objeto tan frágil múltiples recuerdos y experiencias pasadas.

Las piezas de Mariana Garibay Raeke, Transient Samples from Somewhere, resultan de una reconfiguración material sintetizada donde momentos específicos en un proceso de transformación matérica son capturados.  Estos objetos son parte de un ciclo interminable de extracción y transmutación inherente al proceso de creación a través del que cada pieza surge. Esta serie de trabajos explora formas de organizar sustancias de tal manera que hacen referencia a su estado original y sus contextos de usos. Los componentes que utiliza son residuos de piedra, madera y minerales que, transformados en una especie de material híbrido, luego de un cierto proceso puede adoptar la forma que queramos. En este caso sus formas semi-geométricas remiten a algunas piezas del neo-concretismo brasileño. Sin embargo, el acabado formal las acerca más a un ejercicio escultórico contemporáneo, en donde la materia cobra mucho más relevancia que la forma en sí. Es por ello que su propia amorfia las vuelve tremendamente atractivas en un contexto en el cual casi todo objeto tiene un uso, y su diseño, una función y un sentido específico.

A partir de aquellos objetos descartados, y que más que ser parte de nuestras vidas por la función que cumplen, ocupan un espacio sentimental, nace el trabajo de Claudia Kaatzíza Cortínez. Sus obras abarcan un espacio familiar, sensible, donde en muchos casos la ausencia del objeto es aquella que marca dramáticamente su presencia. Almost Paper es una pieza en frottage hecha a partir de fragmentos de madera de muebles que sus bisabuelos trajeron al emigrar de Suecia a Buenos Aires, lo que refleja su apego a los objetos de la casa, objetos que recuerdan, de manera fragmentada, algún episodio de la vida de los fallecidos. La obra rememora una puerta que nunca existió, hecha de fragmentos de otros muebles; ésta no es un objeto en sí mismo, sino su fantasma, un molde hecho en papel donde el frotado en grafito funciona como una forma de modelar el original y al mismo tiempo cambiar la materialidad del papel para darle las características de una puerta. Pendiendo de dos hilos metálicos, este dibujo-escultura adopta una presencia ineludible, es como un portal que aparece transitoriamente en el espacio para ofrecernos una salida, o una entrada a aquellos que ahora existen en otra dimensión.

Selva Aparicio continúa el uso del molde o patrón, y de cierto modo con el vestigio de aquellos que ya no están. Layers, pensada originalmente para caminar sobre ella, está compuesta por una serie de baldosas que son un molde tomado de piel humana de cadáveres que la artista examinó en una morgue. Cada pieza es aparentemente igual, un simple trozo de cemento, pero cada una contiene la huella de un cuerpo que es absolutamente único. Los fragmentos de piel representan la memoria de una persona desconocida; podemos distinguir marcas, lunares, arrugas, uñas y orificios. Juntas forman una colección de fragmentos que crean un todo. Aunque son únicas, ocupan todas el mismo espacio, como nosotros haremos después de morir. De cada cuerpo la artista tomó un molde de un área designada, las que luego organizó meticulosamente en un material que es mucho más permanente que la carne en descomposición de la que fueron extraídas. Se puede pensar que cada baldosa va a guardar siempre las huellas de personas anónimas, quienes donaron sus cuerpos a la ciencia para su estudio, y se transforman mediante el trabajo de ésta artista en una perenne obra de arte.

En un último grupo están las obras de aquellas artistas que se embarcaron en una exploración en el que el objeto ya no es sólo un testigo, sino más bien un interlocutor activo con el ser humano. Las muñecas inflables retratadas por Florencia Escudero en Luna plantean preguntas entre el interior y el exterior, el comportamiento de las personas en su vida pública y privada, a través de su interacción en hoteles, foros de internet y lugares donde existe una suspensión de leyes. La muñeca totalmente transparente que aparece en la foto en exposición, ubicada en el cuarto de un hotel, sugiere cierto erotismo pero sobre todo algunas preguntas en relación al comportamiento humano y las relaciones íntimas que podemos tener con los objetos. Esta investigación trajo consigo el interés de la artista en entrevistar a mujeres  que trabajan en el comercio sexual de Nueva York. En el video Waterfalls and Lace aparece una bailarina de barra que utiliza su cuerpo como sustento económico. En la conversación ésta cuenta sus experiencias, poniendo énfasis en el modo en que los hombres la ven durante su trabajo, y de la manera diferente en la cual ella se siente en su vida cotidiana, sugiriendo una especie de desdoblamiento de personalidad.

Por último, como la mano del Buda, la mano que vemos en la pintura de Gaby Collins-Fernández, Bliss Punctum Towel Painting, resume muchos de los gestos de las piezas de esta exposición. Un cuchillo de castigo, para aquellos que pensaron que la tierra era ciega, pero también el cuchillo de la creación, inspirado en el último cuadro acabado por el maestro Tiziano, The Flaying of Marsyas, una sátira de la mitología griega. El color rojo oscuro de la pintura sugiere algo de lo físico, de lo corporal, de lo terrenal. La obra de arte como herida y rotura, pero a su vez como algo que se puede curar a sí misma y a otros. De cierta manera, como sugiere esta artista, el arte ocurre en un lugar a menudo artificial, en un espacio en el cual, para que exista arte, éste debe ser creado para luego examinar las ideas que se propone, sin saber si su efecto será inmediato o si algún día surtirá algún efecto en el mundo.

El objeto de arte se ha vuelto contenedor de información cada vez más amplia y relevante en la construcción de la historia, pensando que ésta se escribe hoy no tan solo en base a los hechos, sino también en base a las ficciones que damos por reales, y a los relatos que aquellos objetos, antes inertes, pueden contarnos. Hemos sido testigos de cómo en los últimos años el derribamiento de las fronteras geopolíticas ha ido mucho más rápido de lo que como ciudadanos hemos sido capaces de asimilar, e incluso dispuestos a aceptar; de cómo nuestro propio sistema de vida ha alimentado el capitalismo, y con ello la extinción de un sin número de especies, la homogeneización del territorio y la aparición de un paisaje intervenido y erosionado. Ejemplos como éstos son indicadores de la gran velocidad con la que va ocurriendo la historia, y en muchos casos la reducida capacidad que tenemos de medir las consecuencias de nuestra propia existencia y evolución. Las once visiones que conforman esta exposición buscan apresurar nuestros procesos de conciencia respecto al mundo en el que vivimos, para así tomar parte activa en la construcción del futuro y que éste no nos encuentre sin reflexionar ni dar sentido a los objetos que aparecen en el mundo, a su capacidad de transformarnos como individuos y como especie.