La exposición que Monoperro presentó en Galería Liebre es el resultado de meses de trabajo, de investigaciones personales en torno a lo humano y lo divino, a la influencia de nuestros ancestros en nuestro presente, de observaciones sobre el mundo y principalmente de lo que está ahí, frente a nuestros ojos y en nuestro interior pero que no siempre podemos ver. En sus andanzas cotidianas va encontrando signos, pistas, señales que revelan una especie de animismo urbano que ronda nuestras vidas. Bajo el título La Voluntad de Dios, todas estas observaciones están presentadas en una exposición donde retratos de diferentes seres, objetos de diferentes mundos, conforman el testimonio de una nueva verdad. De una manera nada ortodoxa respecto a las prácticas tradicionales en el arte contemporáneo, este artista consigue dar vida a sus obras dejándose llevar por los mensajes que le dicta su intuición (o su entidad rectora), poniéndonos frente a una serie de obras en las que se mezclan técnicas y materiales simples, conocidos y de dudosas procedencias, cargados de energías en potencia.
La Voluntad de Dios es un proceso de deshacer lo falso para revelar la verdad que siempre ha estado presente, pero que permanecía desconocida y rechazada. Pero para sacar esa verdad a la luz no hace falta ir muy lejos, puesto a que reside en cada uno de los individuos del mundo, en esos anónimos que deambulan por la calle, los personajes del día a día, aquellos que nos encontramos por la ciudad, y encarnan, cada uno, pequeñas voluntades que suman una totalidad. Cada cual tiene su oficio rey, sacerdote, barrendero, mago, caminante, oficinista, fumador, militar, místico, madre, virgen, artista, etc. Podemos ser capaces de identificarlos a ellos y a nosotros intelectualmente, pero hasta que empezamos el proceso de deshacer la voluntad de nuestras creencias dentro de nuestra mente, no experimentamos el valor o confianza en la voluntad de Dios. Incluso, hasta que no rompemos con nuestras creencias de lo que es Dios, no entenderemos tampoco su voluntad, todo lo demás es completa ilusión. La espiritualidad reside en el alma, no en las religiones. El Espíritu es constante, inmutable e invulnerable. Esos sabios populares anónimos que cantan a lo divino y a lo humano, de enorme intuición, que de corazonadas perciben el mundo y calan a la gente, y la gente no entiende. El dicho dice que el ojo verá bien siempre que la mente no mire por él.
Ninguno de estos anónimos debe someterse a la Voluntad de Dios, porque de hacerlo solo estarían inventando su sombra. Bajo esa sumisión dejaríamos hablar a nuestro chantajista interior que nos diría: no puedo, no debo, no está bien, no soy digno… así nuestro Dios interior se haría cargo de todas nuestras limitaciones. Y al ya no soportarlo más vislumbraríamos una verdad principal, Dios es también individual, es esa dimensión inmutable que todos llevamos dentro. En ella se unen nuestros deseos en una fuerza cósmica sin tiempo (el aquí y ahora) realizando y aceptado la Voluntad de Dios, la voluntad de la condición original en cada uno de nosotros. Ese es el templo.
Monoperro nació un día, de un mes y de un año en que las estrellas le dieron una misión. No sabemos a ciencia cierta cual fue, pero somos parte de ella. Escribe libros de vez en cuando y también dibuja para el blog de Alejandro Jodorosky Plano sin fin