El pasado domingo 27 de diciembre de 2015 Laura Llaneli tocó el piano durante tres horas y quince minutos en una casa particular en Cerro Castillo. Ejecutó la partitura Gnossienne n1 del compositor Erik Satie, dando a cada nota la posibilidad de ser escuchada desde el origen al fin de su sonido, modificando el tempo de la pieza original. En el transcurso del concierto los espectadores y oyentes disfrutaron de un asado en el jardín de la misma casa dejando el piano de fondo, como un sonido más entre todos los presentes. La duración de las notas fue variando de acuerdo al sonido ambiente, aunque también en la medida que la atención de la artista se hacía más o menos aguda. Los registros sonoro y visual de esta acción se complementan con palabras escritas, indicaciones de carácter que Satie escribió en las partituras de sus obras y que explícitamente tenían la condición de no ser leídas en voz alta. El presente texto relata la experiencia del performance, utilizando algunas indicaciones del compositor como narrativa de la experiencia de una versión de su propia obra.
Con la cabeza entre las manos…
Cierro los ojos. Con una tímida devoción busco en mi un pensamiento. Lo atrapo, de una manera muy particular lo observo. Lo intento aminorar con amabilidad, hasta que desaparezca, me esfuerzo por ignorar la propia presencia de su forma. Lo dejo estar. Encuentro otro, diferente, lo siento venir de lejos y con aburrimiento, se acerca apaciblemente, flotando. Con la mano sobre la cabeza de su alma le habla a la mía, murmulla, pero se mantiene muy sinceramente silencioso. Mi cabeza da un salto, parece que me duermo, con la mano en el corazón retengo ese órgano grandioso para que su emoción sea suave. Sin temblar demasiado respiro profundamente y con convicción y una tristeza rigurosa mantengo el silencio. Como un ruiseñor con dolor de muelas escondo mi voz y en el más profundo silencio, con el rabillo del pensamiento lo oigo decirme: abra la cabeza.
¿Me lo dirá a mi? Su voz me aminora con bondad. Provéase de clarividencia, insiste. Esto es para mirar de cerca no más. Comienzo supersticiosamente a olvidar mi cuerpo. ¿Y la silla donde estaba sentada? Quise abrir los ojos. Negruzco. Muy perdida intenté traer mi cuerpo de regreso mirándolo dos veces. Estaba seco como un cuco, los huesos secos y lejanos, pero sonriente. Irónicamente había conseguido ser visible un momento. Con ceremonia, calmada sin lentitud, y con una alegría moderada me puse de pie. Justo a tiempo, en lo mejor, con mucha seriedad y una gravedad cortés, la nota se extinguió. Entonces ella sin pestañear demasiado, continuó con la misma afirmación pero más interior. La oí de lejos, y lloré como un sauce, y me incorporé de un soplo, y volví a emitir mis propios sonidos con un profundo olvido del presente.
Pasó el tiempo tan tranquilo, bastante alerta, que de pronto atrasé una hora, y sin percatarme pasaron tres hasta que ella volvió en sí. Aplausos. Las experiencias propias no son individuales sino colectivas, por un instante nos había hecho temblar como una hoja. Modestamente entumecida, con el cuerpo bastante frio, salió paso a paso de su interior. Tenía la espalda encorvada de tantas horas en el piano, de marcar el tiempo como duración e intervalo. Vaya ejercicio de coraje!, pero sobretodo, de observación interior. Virtuosa, preciosamente pálida, mirándose de lejos, fue siendo consciente de que utilizar el presente en totalidad, sin discriminación, la había vuelto in-visible por un instante. Liberar el sonido es también liberar el movimiento y su quietud. Negligentemente intentamos unir el cuerpo con el alma cuando son inseparables, también el sonido y el silencio, indudable-mente. Como una suave petición conducida por otros agentes, los acontecimientos se hicieron lugar en la boca del estómago. No hay retorno.
ESTE FUE UN PROYECTO CURADO POR Carolina Castro por INVITACIÓN DE CASA PLAN EN DICIEMBRE de 2015.
Las edición de las piezas de video y audio presentes en la exposición es de Andrés Lima / Planicie. Para más información sobre el trabajo de Laura Llaneli www.laurallaneli.com
Agradecimientos a Cristian Acosta, Roberto Acosta y todo el equipo de Casa PLAN Valparaiso.