Dar de Comer: La olla común de Adolfo Torres

Dar de comer no es solo un acto de amor y generosidad, puede ser también una acción de arte e inclusive una crítica a la sociedad de consumo. Para el artista chileno Adolfo Torres, la entrega de una ración justa de comida apela por medio de la estética de la necesidad a una sociedad mas igualitaria.

“En la escasez, la protesta, la tragedia o la fiesta, La Olla Común se gesta como un acto de unión simbólico y nutritivo”, dice en relación con su proyecto La Olla Común, que se estará presentando en la Bienal Siart, en Bolivia, bajo la curaduría del chileno Justo Pastor Mellado.

Lo que motiva a este artista es la acción social comunitaria, que mucha gente se junte a ser parte de un evento para beneficio de todos, ya que, sea por celebración o por necesidad, la olla común contrarresta las situaciones adversas, la crisis y sobretodo el hambre con el componente popular de la comida. 


Registro de la acción La Olla Común. Imágenes Cortesía del artista.

Registro de la acción La Olla Común. Imágenes Cortesía del artista.

La Olla Común, Casa Tres Patios, Medellín, Colombia


Este proyecto nace en 1998 como una inquietud que busca relacionar la cocina con la producción artística y llevarlas juntas al terreno de la protesta. ¿Si el arte ha sido por años una herramienta de discurso social y político, porque no incluir en ello a la cocina, ese vasto universo inmerso en todas las culturas que ha cogido siempre más fuerza en los sectores populares y que se presenta como uno de los eslabones principales en el desarrollo de la identidad de nuestra América Latina?

Con esa gran carga política y social, Adolfo Torres lleva recorriendo diferentes lugares geográficos y temáticos, dando de comer a todo aquel que quiera recibirlo. Despierta en ellos los sentidos del gusto y el olfato con su cocinería, de la vista y el tacto con su arte, y el oído ya es cuestión del momento: historias no faltan entre los comensales agradecidos de su ofrenda alquímica. “Siempre terminamos con una sonrisa, un abrazo y una invitación a sus casas, donde el proyecto extiende su campo de exhibición y relación con el grupo social”.


La Olla Común, Colegiatura Colombiana, Medellín.

La Olla Común, Centro Culinario Garófalo, Asunción, Paraguay

La Olla Común, Hospital Vilardebo, Montevideo, Uruguay

La Olla Común, Instituto Argentino de Gastronomía


La Olla Común no busca lecturas complejas ni tramas demasiado intelectuales o conceptuales, sino más bien ser una instancia participativa. En la mayoría de los casos, ésta va acompañada de exposiciones de obras de arte, ya sea de artistas invitados como Nevenka Pavic, Jorge Lankin o el mismo Adolfo Torres. También se realizan talleres que intentan vincular disciplinas artísticas, como el grabado con la actividad culinaria.

Aunque sin duda estás actividades democratizan el arte acercándolo a los comensales, lo realmente interesante de La Olla Común es ese acto de unión y comunión que nos recuerda la importancia de crecer en sociedad, de conocer a nuestro vecino y compartir más que una taza de azúcar. Desde este lugar, la acción de dar de comer se vuelve una potente obra de arte por sus propios medios y características.

Entre mercados, texturas, sabores y olores se cocinan ideas que no se sirven ni en bandeja de plata ni en mesa de mantel largo con varias corridas de cubiertos. Estas Ollas dan de comer, buscan “parar la cuchara”, nutrir nuestros pensamientos y fortalecer nuestros ideales.

Las ollas comunes son un modelo de autogestión determinante para conseguir objetivos tanto sociales como políticos. El proyecto de Adolfo Torres toma el nombre de estas acciones comunitario-nutricionales que se masificaron fuertemente como una pacífica y contundente forma de reclamo durante la década de los años 80 en Chile. Las agrupaciones de barrio crearon, desde la necesidad, lo que parecía ser una utópica justicia social, y que sin embargo hoy se presenta como una herramienta indispensable para enfrentar los malos hábitos del libre mercado.


Ollas Comunes en Chile, fotografía de archivo, 1932.


Se hace necesario volver a ese tipo de sociedad y dejar de comportarnos como individuos egoístas e independientes. No es por nada que el sonido del malestar viene de las cacerolas: ya son un símbolo no sólo de la necesidad de alimentación, sino también de derechos y educación.

En los últimos años han sido muchos los artistas que han mostrado interés  por proyectos de alto contenido social, pero en pocos vemos el compromiso que encontramos en las Ollas Comunes de Adolfo Torres, para quien dar de comer se ha convertido también en un acto de fe en las personas, que con humildad y amor se involucran en su obra.

En lo que va del año, este proyecto lleva ejecutando una hoja de ruta desde hace más de cuatro meses por distintos países del Cono Sur, en una itinerancia que ha abarcado acciones en ciudades de Perú, Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil. Adolfo Torres se ha inmiscuido en los mercados de cada ciudad en busca de sus tradiciones e ingredientes para poder capturar la atención de los comensales.


La Olla Común, La Cubeta, Cali, Colombia

La Olla Común, Museo del Barro, Asunción, Paraguay


Adolfo Torres (Chile, 1971) es el artista elegido para representar a Chile en la próxima bienal de SIART, en La Paz, Bolivia. Bajo la curaduría de Justo Pastor Mellado, SIART propone Diálogos en la complejidad , una nueva lectura a las problemáticas de lo local-global dentro del contexto artístico, una búsqueda de aceleración en el manejo de los códigos entre arte, sociedad y otras disciplinas que se inmiscuyen en su campo. Así, La Olla Común se enmarca en el contexto de una bienal que más que ir en busca de un lugar en el mainstream, tiene como objetivo cuestionar la legitimidad y visibilidad de las actuales prácticas artísticas. En noviembre La Olla Común volverá a Chile para presentarse en Valparaíso y terminar el año en su lugar de origen, la playa de Bahía inglesa.

Este artículo fue publicado originalmente en Revista Artishock el 3 de septiembre de 2011.