(CURARE) Diorama en expansión de Rodrigo Arteaga

I.

Pensar que los seres vivos fueron creados para el servicio de la humanidad, propició  las bases para el surgimiento de un sistema capitalista que permitió al extractivismo instalarse como una de las formas de progreso más lógicas en la escala de valores propuestas por la mente moderna, y que ha ido separando progresivamente al ser humano de la naturaleza. En el presente, y a medida que la ciencia y la tecnología desafían los límites entre la vida y la no vida, entre lo orgánico y lo inorgánico, esta jerarquía se vuelve más cuestionada que nunca, ya que es en nuestra relación con los no humanos, aquellos seres que por siglos han estado en la parte más baja de la scala naturae, donde hoy se define el destino de nuestra humanidad.

Como señala el filósofo Timothy Morton, convertirse en humano, en realidad significa crear una red de bondad y solidaridad con seres no humanos, en nombre de una comprensión más amplia de la realidad que incluye y supera la noción de especie. Desde allí que negociar la política de la humanidad, insiste, sea la primera labor que debemos emprender para recuperar las escalas superiores de la coexistencia ecológica y resistir a corporaciones globales que nos robarían nuestro parentesco con una gran diversidad de seres.

En este espacio familiar la obra de Rodrigo Arteaga nos propone aprender otro idioma de la ciencia, un vocabulario íntimo que nombra cada pequeña parte. En algún lugar hay un hongo que crece mientras duermo, que no era visible para mí la noche anterior, y cuando lo encuentro, y puedo detenidamente observar su transformación, ese hongo hace ciencia conmigo y me enseña a ver algo que no soy yo, para lo cual no tengo lenguaje, el ser sin palabras de otro que permite que nunca estemos solos. ¿Será posible que la experiencia del arte nos proporcione un modelo para el tipo de coexistencia ecológica que necesitamos lograr entre humanos y no humanos?

Entendiendo el diorama como un dispositivo donde por siglos se han construido ideas sobre lo que entendemos como naturaleza, “Diorama en expansión” es una invitación a reconfigurar nuestra identidad biológica, a reiniciar nuestro pensamiento respecto del mundo natural, a entendernos como un continuo proceso de conversión, como parte de una enorme familia de infinitos parentescos.

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

Detalle «Monocultivos (pinus radiata y eucalyptus globulus)» 2020. papel quemado, medidas variables.

II.

Ser concientes de que miles de especies se están extinguiendo, sin siquiera haber sabido que existieron, debiera despertar en nosotros un sentido de duelo, un dolor, como bien señala el ecólogo Ricardo Rozzi, por la pérdida masiva de pequeños co-habitantes, una aflicción por su exterminio y una demanda social por cuidarlos, incluyendo los hábitats donde ocurren sus interacciones ecológicas (Rozzi, 2019). De cierta forma la transformación que vivimos involucra un proceso de muerte que nos amenaza, nos golpea de una forma sin precedentes. 

En esta exposición Rodrigo Arteaga propone un encuentro de miradas sumergidas, aéreas y rasantes que recorren de forma imaginaria la zona centro-sur de Chile. La primera sala concentra el montaje de diversas piezas que van desde troncos y hojas de árboles, hongos, conchas de animales marinos, hasta pequeños murciélagos hechos en fieltro, una planta y un gran ave hechas de papel. Este gran diorama escenifica lo que Macarena Gómez Barris denomina un “bioterritorio corporativo” (Gómez Barris 2021), donde la riqueza de la naturaleza, que se caracteriza por su diversidad, aparece destruida por la riqueza comercial, la que se caracteriza por su uniformidad. 

Una de las obras que protagoniza este escenario es la serie “Monocultivos”, enormes papeles quemados a mano con cautín, que muestran de forma intercalada las hojas y frutos de clones genéticos de pinos (pinus radiata) y eucaliptus (eucaliptus glóbulus). Como consecuencia de la mentalidad del monocultivo, estos territorios deforestados y desertificados, ocultan antiguas relaciones con la Tierra, conocimientos y tradiciones locales que cargan cientos de años de lucha con una cultura de explotación. 

Como una extensión de esto, varias de las obras de Arteaga utilizan la retícula como una forma de nombrar la estructura de pensamiento que nos domina, y de cuestionar la hegemonía del conocimiento científico por sobre saberes locales e indígenas, hasta ahora marginados y silenciados, haciendo visible la gran contradicción que emerge entre los esfuerzos del ser humano por conocer y cuidar, en oposición a los de invisibilizar y destruir. 

 

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

III. 

 

En la segunda sala “Diorama en expansión” orienta la mirada hacia la arqueología. Si bien Arteaga se interesa en mostrar las huellas de la actividad humana en diferentes períodos históricos, aquí acude a medios artísticos para crear las huellas de una arqueología futura compuesta por una serie de obras que van desde unos fósiles de animales domésticos, hechos caseramente sobre cemento; la construcción de un esqueleto de gato, hecho de pulpa de papel de un libro de Zoología, hasta una culebra hecha con las propias uñas del artista.

En contraste con la delicadeza manual que se aprecia en gran parte de la exposición, aquí se presentan dos piezas realizadas en soportes digitales. La primera es un video que muestra un escáner 3D, utilizado habitualmente para modelar objetos, escaneando un Liquen, una asociación simbiótica entre un hongo y un alga. La obra refleja los múltiples intentos del ser humano por capturar y duplicar la información que compone a este ser, y la imposibilidad de mapear la complejidad de su configuración biológica. La segunda es “Cole-Cole” (ver interior de la tapa), una instalación sonora cuya presencia atraviesa todo el museo recordándonos nuestro profundo enredo como humanos en el mundo natural, mostrándonos que prestar atención puede ser una de las formas más poderosas de reciprocidad con el mundo de lo vivo.  

Por último, montada sobre el muro que divide el Museo de Artes Visuales con el Museo Arqueológico, ambos en el mismo edificio, se encuentra “(i)lógicas del espécimen” una serie de pinturas, realizadas por Marcela Mella y Danitza Moya, que corresponden a objetos y seres pertenecientes a las colecciones de zoología, botánica, arqueología y antropología de los archivos del Smithsonian Museum of Natural History, pertenecientes al territorio chileno.  Con el giro decolonial actual muchos museos del mundo han visto en crisis sus visiones etnográficas, siendo llamados a replantear el modelo de exhibir, clasificar y narrar sus colecciones así como también a reconocer el origen de las mismas. Este cambio de paradigma, que a su vez contraresta antiguos enfoques reduccionistas, está contribuyendo de manera importante a comprender que los humanos, con nuestras diversas culturas materiales y simbólico-lingüísticas, co-constituimos hábitats y hábitos de vida a través de interacciones con otros seres como animales, plantas y hongos lo que nos transforma en co-creadores de la realidad, parte de un mismo orden natural.

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

Vista de la exposición «Diorama en expansión», de Rodrigo Arteaga, en el MAVI, Santiago de Chile, 2021. Foto: Jorge Brantmayer

 

Este texto formó parte de la exhibición «Diorama en expansión» y también del catálogo diseñado por Casa en Blanco.